Ninguna narrativa ha tenido un mayor impacto en mi última década de vida que Neon Genesis Evangelion, traducida como Un Nuevo Evangelio. Lo que yo siento por ella es una suerte de seguimiento tan intenso que podría asemejarse al de una religión, algo en lo cual millones han caído, y es que justamente lo que hace Hideaki Anno dentro de su obra es crear una subversión de los mitos religiosos a través de un re-enfoque de su estructura más importante, la estructura narrativa, el Viaje del Héroe, para dar soluciones a problemas espirituales modernos que una religión tradicional no puede contestar.
No hay frase más importante para entender la modernidad que -Dios está muerto y nosotros lo hemos matado- del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Una línea en la cual resume el por qué de los problemas morales de las sociedades que no pueden encontrar la guía y la paz individual en una figura fuera de nuestro entendimiento. El desarrollo de las ciencias exactas y el enfoque hedonista nos ha dejado en un limbo en el cual reina la soledad. No hay nadie a quién agradecer que no seas a ti mismo, no hay nadie a quién culpar que no seas tú mismo.
El resultado de esta relación con un Dios ausente en el cual ya no podemos creer para brindarnos calor y seguridad es inherente a los personajes principales de Neon Genesis Evangelion. Adolescentes huérfanos cuya motivación principal para entregarse a los horrores de pilotear un arma biorobótica llamada EVA es el reconectar con sus padres. Al final de la serie aprendemos que ellos son los únicos que pueden utilizar estos armatostes debido a que no son como tal robots, son humanos, pieles sacadas del primer hombre Adam, mezcladas por científicos con las almas de las madres de los pilotos. Cada que uno de los protagonistas de Evangelion es introducido en una cápsula fálica para pilotear su EVA, entra, de nuevo, en contacto con su madre.
La organización que los obliga a penetrar en ellos es la organización SEELEE (alma, en alemán) que juega a ser un sustituto de Dios, puesto que su objetivo último es finalizar un proceso llamado El Proyecto de Instrumentalización Humana. Como si estuvieran cumpliendo la visión de Jesucristo, se proponen a borrar los pecados del mundo, eliminando las fragilidades de las personas, el miedo último de la experiencia humana: la soledad inherente a la individualidad. Su objetivo es eliminar al individuo para formar una masa en la cual todas las almas estén conectadas, muertas, pero en un éxtasis, en un júbilo eterno al ser uno con los demás. No es casualidad que el director de la paramilitar que ayuda a que se realice este proyecto NERV sea el padre del protagonista, una figura con quien quiere conectar a lo largo de Neon Genesis Evangelion, sin resultados.
Tampoco es ninguna casualidad que la base del conflicto de la serie sea una guerra del hombre contra unos monstruos llamados ángeles, puesto que tanto en la narrativa, como en la creación de la misma ficción, se lleva a cabo una batalla en contra de lo que conocemos como Dios, en contra del Padre. Anno toma la base narrativa de -el elegido- para desarrollarla con base en una pregunta humana, tan sincera que es brillante: ¿Qué pasaría si la persona -elegida-, el -héroe-, no fuera un personaje perfecto, qué pasaría si aquel -elegido- fuera, en su lugar, una persona real? Con base a esa simple pregunta nacen los personajes de Shinji Ikari y Asuka Langley, en los cuales profundiza en la naturaleza y vulnerabilidad del ser humano.
Ambos presentan la materialización más asquerosamente desnuda que haya apreciado dentro de una obra narrativa de lo que es la experiencia humana. Contrario a Jesucristo, contrario a Superman, no pueden no ver más allá de sí mismos porque la experiencia del ser humano no es colectiva, sino individual y egoísta. Es por ello que los vemos, llenos de tensiones, totalmente rotos, debido a que tienen que cargar con las expectativas de los demás sobre sí mismos. No es fácil salvar al mundo, es una tarea ridícula que enloquecería a cualquiera y eso termina pasando con los personajes de Evangelion.
Frágiles, necesitan aceptación externa para llegar a amarse a sí mismos, pero por lo mismo no son capaces de amar a los demás. Almas solitarias que no se acercan al otro por temor a ser dañados, pero que tampoco pueden distanciarse demasiado por el frío que sienten al no dormir con alguien a su lado. Son personas tan tristes, tan rotas, que necesitan del Proyecto de Instrumentalización Humana para tener la oportunidad de ser felices, porque no tienen los recursos para brindarse consuelo mutuamente, aunque en el fondo sea obvio que se aman.
-Mírame, mírame, mírame, yo importo-, grita Asuka en uno de los últimos episodios del anime, sin poder conectar de nuevo con su unidad EVA debido al desgaste psicológico que ha tenido. La van a reemplazar y ella no puede -perder todo mi valor-, mientras se cuestiona por qué no mandaron a Shinji para salvarla y grita que le odia porque -ni siquiera me puede abrazar-. Cuando le preguntan a Shinji por qué pilotea el EVA, él simplemente responde -porque estoy obligado a hacerlo-, -porque es lo que tengo que hacer-, -porque me lo pidió mi padre-, -para que él volteé a verme-, mientras llora al recordar la frustración que siente al no poder besar a Asuka, pese a que ella se lo pide y él lo desea.
El centro filosófico de Neon Genesis Evangelion se encuentra vertido en este conflicto, en el acercarse o no acercarse, en el miedo a amar debido a la vulnerabilidad humana, el Dilema del Erizo del filósofo alemán Arthur Schopenhauer. Eso no es ningún secreto, incluso el tercer episodio es homónimo a su escrito, pero hay un personaje que rompe con ello y conecta con el protagonista justo al entrar en el último arco de Evangelion: Kaworu, el último ángel, el contacto con Dios.
-Eres digno de ser amado… Te amo Shinji-, le dice en la misma tarde en la cual se introducen, como amigos, en una entrega inmediata, cálida, sin miedo. El chico de cabello blanco y ojos rojos se le acerca sin titubear, lo toma de la mano, lo lleva a su cama y le da lecturas sobre los problemas de la raza humana sin que el otro sea consciente de que no es un ser humano normal. -Un hombre debe soportar el sufrimiento, es parte de la vida; pero, como es fácil sufrir, hay quien piensa que la vida es sufrimiento-, declara, desarmando el principal elemento de la moralidad judeocristiana, el sacrificio, sobretodo de la individualidad, por un bien mayor, la fe.
Es entonces irónico que esta figura espiritual que tiene desde el primer momento un impacto dentro de la cosmovisión de Shinji termine sacrificándose, dejándose morir por las manos de su amante. -Es mi destino el continuar viviendo. Como resultado, la humanidad perecerá. Pero también puedo morir. Vivir o morir. No hay diferencia. La muerte es el único camino a la libertad absoluta-, declaró. -Es mi ultima petición… ven, dame libertad. Si no lo haces, entonces todos ustedes dejarán de existir-.
Este asesinato le da pie a SEELEE a iniciar el Proyecto de Instrumentalización Humana. Pero no se trata de cualquier muerte, en ella literalmente se toma la frase que introduce Nietzche y se hace realidad de una forma física. No es que Dios esté muerto dentro de nuestra forma de actuar en la vida, es que Dios está muerto en realidad, físicamente, vemos su cabeza rodando en los pies de la primera mujer, Lilith, crucificada en el fondo de NERV, tocando la superficie del Mar Rojo con los pies.
Los siguientes episodios son una terapia. Literalmente una sesión de terapia. Las conversaciones que atravesó una y otra vez el Director Hideaki Anno en su lucha en contra de la depresión. A cada uno de los personajes se les interroga. -¿Eres Feliz?-, -¿Eres Feliz?-, -¿Eres Feliz?-, hasta que rompen a llorar. -¿Por qué manejas el EVA?-, -¿Extrañas a tu madre?-, -¿Odias a tu padre?-, -¿Te odias a ti mismo?-, ¿Por qué lo mataste?-, -¿Por qué mataste a Dios?-. Todos son uno, todos se ven en el corazón del otro y aprenden, pero no importa, porque pese a que ya se entienden, no pueden amarse, ni acompañarse.
Al final, Shinji decide separar a todos los humanos, elige la individualidad, porque no es nada si no puede ver su propio cuerpo, no es nada si nadie más lo puede ver. -Tal vez me pueda amar a mí mismo, tal vez mi vida pueda tener valor. Esto es correcto, no soy ni más ni menos que yo mismo, yo soy yo y quiero ser yo. Quiero continuar existiendo en este mundo, vale la pena vivir mi vida-, grita previo a la entrada de todos los personajes a felicitarlo.
Este es el final dentro de la psyche de los personajes, pero la versión externa a sus mentes se nos muestra en la película The End Of Evangelion, en donde Shinji tiene el poder de decisión mientras es crucificado por los ángeles al mismo tiempo que se une en un acto sexual con Rei, el clon de su madre. En aquel momento se entabla un diálogo interno entre el odio que siente por los demás y por sí mismo y la necesidad, la posibilidad que tiene el humano por superarse y amar, encontrando la unión espiritual con el otro en un plano físico. Decide amar en vida, aceptarse a sí mismo por lo que es y con ello acepta a la humanidad. La respuesta a la muerte de Dios, es aceptar la individualidad.
El final de esta versión es increíble, con Shinji y Asuka acostados frente al Mar Rojo, el primer hombre y la primera mujer, Adam y Lilith, rodeados por ángeles crucificados y una cabeza enorme de Rei, votada en el mar, la madre que los observa. Shinji empieza a ahorcar a Asuka, con disgusto, encontrando en su figura a todas las frustraciones que ha sentido por no poder conectar con los demás, por no poder encontrar el amor. Sin embargo, ella no reacciona de igual forma, mientras la asfixian, estira su mano y acaricia la mejilla de Shinji, consolándolo mientras él llora. Al final de Evangelion, la dualidad de la conexión humana se resume en un simple plano, sin sonido, sin música. -Qué desagradable-, dice Asuka y entran los créditos.