Al parecer nos hemos acostumbrado al protocolo de los himnos nacionales en cada competición deportiva oficial, ya sea en juegos olímpicos, mundiales u otras justas deportivas. Ahora que la Copa América acapara los televisores mexicanos, me pregunto si alguien se ha cuestionado ¿cómo nacieron y para qué sirven los himnos nacionales?
Elie Siegmeister en su libro Música y sociedad nos habla de los inicios y funciones la música. Para empezar, la música no tuvo la función del placer, sino se utilizaba como ritual, como canción de cuna, para arrear a las ovejas y también como canción de batalla, y es aquí donde podemos ir entendiendo más o menos las funciones de los himnos de cada nación.
Los himnos nacionales tiene como finalidad varios puntos, entre ellos: el estimular la identidad individual y colectiva; dotar de memoria a una comunidad de un pasado común (nación); edificar territorios sonoros; crear símbolos; fines propagandísticos y de control. Es decir, cada que entonamos un himno nacional o regional, lo que buscamos es, a través de la música y el canto, forjar una memoria colectiva, una identidad y un territorio donde sobresalgan los rasgos característicos de una nación.
La nación, según la definición de Benedict Anderson, es: “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana”. El himno nacional es la narración propia de la misma.
En México, los primeros himnos no fueron oficiales, sino cantos patrióticos o la llamada poesía cívica. Hasta mediados de 1850, se convocó a un concurso donde la letra ganadora sería musicalizada para poder darle una identidad nacional a la República. De esta forma se van forjando los aspectos de la vida común dentro de las personas de la comunidad. Esto no sólo pasa en las naciones, basta revisar la letra de una canción de hip hop, donde se hace hincapié en un territorio geográfico muy concreto, por ejemplo, usemos un recurso inmediato, alguna canción del grupo Cartel de Santa dice algo como: “Al barrio de la aurora sigo representado un saludo a mis malandros que aquí siempre están quemando”. Si bien, ese pedazo de la canción no se considera como himno, si describe una parte de lo que sucede en la vida de los integrantes de ese barrio. El himno llama a sus integrantes a una misma identidad, sin importar las ideas o las clases sociales, el color, las prácticas o formas de cada individuo.
Las generaciones también han tenido sus himnos, tal como lo fue Satisfaction de los Rolling Stones para un grupo de jóvenes que comenzaban a despertar su libertad y expresión sexual o Like a Rolling Stone con Bob Dylan, pues son las ideas que enmarcan a las generaciones generalmente jóvenes. En México la canción México lindo y querido o Cielito lindo son algunas canciones que evocan al territorio geográfico, de tal modo que cuando México va ganando en el fútbol, en las tribunas se puede escuchar el “ay ay ay ay canta y no llores”.
Hace unos días me encontré con el post de un amigo argentino en su muro con la nueva canción que se entonará cuando Argentina juegue en la Copa América. La letra dice así:
“Chile decirme que se siente saber que se te viene el mar, te juro que aunque te tape el agua nunca te vamos a ayudar, por que vos sos un traidor vigilante y botón, en la guerra nos vendiste por cagón por acá no vengas más ojalá te tape el mar, que te ayuden los ingleses a nadar“.
Los canticos, aunque no himnos, también narran la historia, tal vez no en las formas más prudentes o diplomáticas pero cuentan qué pasó según la visión de una comunidad, en este caso, la argentina.
El himno o los himnos nacionales o regionales, no solamente remiten a un símbolo patrio o a la exaltación de los rasgos de la comunidad, también sirve como canción de batalla, glorifica los hechos, las hazañas y da un júbilo emocional al escucharse. La próxima vez que escuchemos un himno nacional de alguna selección de fútbol, detengámonos un segundo a escuchar su letra, es posible que conozcamos un poco de su historia, identidad y memoria.