Cine & TV,Dont Be Cruel (críticas)

Una de Fantasmas: Ouija

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Platinum Dunes, la productora de Michael Bay, se alía con Hasbro para ofrecernos una película basada en el popular juego de mesa «Ouija». Y sí, es tan mala como esta afirmación la hace parecer.

Una chica obsesionada con una tabla Ouija aparece muerta en su casa, y dependerá de un grupo de amigos cercanos llegar al fondo del misterio de su muerte, y lidiar con los espíritus malignos que intenten detenerlos. Con esta poco original trama, Ouija intenta por todos los medios ser una película de fantasmas hecha con el mismo molde que los cien proyectos similares que se estrenan cada año.

El principal problema de la película, que es al mismo tiempo el mayor defecto que puede tener una producción de terror, es la falta total de algún tipo de sorpresa u originalidad. Todos y cada uno de los sustos que veremos a lo largo de la hora y media de metraje son predecibles, burdos y sin inspiración. De esta manera, apenas llegamos a los treinta minutos de cinta sabremos exactamente todo lo que sucederá hasta los créditos finales.

La falta de suspenso resultante de la obsesión del director por aventar todos los sustos a la cara del espectador tampoco ayuda a un guión de por sí tonto y plagado de inconsistencias. Por si fuera poco, salvo por Olivia Cooke y la breve aparición de Lin Shaye, el cast realiza una labor bastante cuestionable, reaccionando de maneras totalmente antinaturales ante las risibles situaciones a las que deben enfrentarse.

También se extraña una banda sonora más atrevida. Recientes éxitos del cine de terror (Insidious, The Conjuring), han demostrado que una música adecuada puede construir atmósferas verdaderamente espeluznantes. Aquí, el equipo responsable se dedica a tocar las mismas notas cansadas una y otra vez.

Las escenas siguen una fórmula genérica de la que los amantes del terror no podemos esperar nada: la música «crece» conforme el personaje en pantalla se acerca a una situación peligrosa, tenemos un silencio dramático por unos segundos, y después un golpe de sonido que espera provocar la reacción del espectador. Esto es lo que veremos en un loop de noventa minutos.

Si podemos rescatar algo de Ouija es sin duda la fotografía. David Emmerichs y Stiles White se apegan a la plantilla, pero es notable que han observado una cantidad respetable de cintas de casas embrujadas, logrando recrear con eficacia algunas tomas interiores, y colocando la cámara en un lugar preciso para que veamos lo necesario en cada escena.

En conclusión, Ouija es un mediocre producto para el olvido. No tiene ningún tipo de suspenso, y su predecible trama dejará insatisfecho al amante del género. Si bien las tomas están correctamente realizadas, las malas actuaciones y el uso de una banda sonora sin inspiración ahogan cualquier tipo de atmósfera que se intente construir.

 

Fernando Valencia

Economista por profesión, cinéfilo y melómano por convicción.

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