Digamos que siempre lo has tenido todo. Tu familia lleva siete generaciones prosperando. Tus padres siguieron su vocación. Habitas una residencia rodeada de paraísos. Eres adepto a soñar. Planeas, dibujas, cantas, juegas, lloras y corres. Sientes plenitud. Un atardecer cualquiera te percatas de la presencia de un desconocido frente a tu casa. Parado al borde …
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