Existen ocasiones en las que los excesos son buenos, y terminan definiendo una película. Pensemos en la interpretación de Al Pacino en Scarface (1983), o la estética de un joven Tim Burton. Tristemente, también hay veces en que los excesos son sólo eso: excesos, y es el caso de El Rascacielos. Desde los años setentas, …
