Kubo es un joven cuentacuentos que lleva una vida tranquila en una cueva con su madre. Un día descubre que hay fantasmas de su pasado que quieren destruirlo, y su única esperanza para salir ileso de esta persecución será encontrar una legendaria armadura mágica.
El estudio Laika vuelve a las andadas con una historia madura, melancólica y profundamente hermosa. Kubo y la Búsqueda Samurái cuenta con un guion que trata con respeto a los miembros de la audiencia, y los expone a peligros que se sienten reales porque tienen consecuencias.
La animación, como era de esperarse, es deslumbrante. La mezcla de stop motion y CGI que los estudios han desarrollado a lo largo de los años llega a su cumbre artística, entregando paisajes bellísimos, llenos de color, vida y detalle. Los movimientos lucen más naturales que nunca, por lo que es imposible no entrar al juego que propone el director Travis Knight.
Kubo y la Búsqueda Samurái se siente por momentos como lo que haría Studio Ghibli en el occidente. Su trama se tambalea entre el realismo y la magia pura, metiéndonos de lleno a un universo del que no conocemos las reglas inmediatamente, pero que nos va succionando en cada segundo que pasa. La fluidez narrativa nos acompaña, dándonos pistas en los momentos correctos para que comprendamos los mecanismos de la magia en este mundo.
Knight y su equipo tienen la sensibilidad y delicadeza de tocar temas importantes y profundos como la muerte, la redención y la crueldad con un tacto admirable, de manera muy respetuosa y recurriendo a silencios, contemplación y calma. Gracias a esto la cinta demuestra un sentido de ritmo perfecto, y evita caer en saturaciones visuales como suele suceder en cintas de Illumination o Blue Sky.
Los personajes resultan entrañables. Los héroes son todos carismáticos, simpáticos y lo suficientemente divertidos como para mantenernos interesados, mientras que los villanos logran destacar con diseños creativos y un sentido de amenaza real. Tal vez la única crítica que alguien podría hacer a la cinta es que los niños más pequeños podrían no disfrutarla al máximo, pues algunas situaciones y caracterizaciones son propias del cine de terror, situación por la que se criticara en su momento a Coraline (2009).
Resumiendo, Kubo y la Búsqueda Samurái es una joya más en la corona de Laika. Con una animación magistral y una madura y melancólica historia que combina el amor, la venganza, la búsqueda de identidad, la familia y la muerte, la cinta atrae públicos de toda edad a un universo de magia pura, consolidándose como una de las mejores películas del año.
Como nota adicional, un reconocimiento al estudio de doblaje por no irse por la ruta fácil de la tropicalización de chistes y los actores famosos. Gracias por respetar su material de origen y entregar un trabajo contenido y bien realizado.