¿Odias el consumismo? ¿Te indigna todo el tema del marketing? ¿No puedes soportar tantos anuncios? ¿Te preocupa la calidad del medio ambiente mental? Pues no eres muy original. Eso no lo escribo yo, lo dice el autor de uno de los libros más severos referente a las críticas de la rebeldía y la contracultura, Andrew Potter en su libro Rebelarse Vende.
Hace unos días solicité a una librería el precio del libro No Logo, de Naomi Klein, cuyo tema central es el poder de las marcas y una fuerte “crítica” al consumo, la irónica, es que estaba agotado en todas las librerías de la ciudad. Y así puedo dar otro ejemplo: una de las películas con más éxito taquillero en las últimas décadas, fue el Fight Club, una película que se asumía como abierta y frontalmente en contra del consumo, el personaje de Tyler interpretado por Brad Pitt tiene una línea que dice más o menos así: “tenemos empleos de mierda, para comprar objetos que no necesitamos”. ¿Qué tan verdad será esto? Pensemos en lo que a consumo se refiere, hagamos un ejercicio, hagamos una lista de lo que según nosotros, la gente no necesita y más compra, en realidad nos daremos cuenta que es una lista de lo que nosotros no necesitamos, por lo tanto, la palabra consumismo o consumidor, siempre afecta a lo que compran los demás, no nosotros. Muchas veces, se invisibiliza tanto esto que creemos no ser consumidores y entonces vemos que funcionamos muchas veces de la siguiente manera: Tenis nike NO, Panam SÍ, hamburguesas McDonalds No, restaurante vegetariano de la roma SÍ, cine de Hollywood no, Ninfómana vol. 1 y vol. 2 sí, esto es porque nos interesa más estimular las ideas que las cosas, aunque terminemos siendo los mismos consumidores que los primeros y que los criticamos. Es por eso que la llamada crítica al consumo, no es más que la reafirmación de una vieja crítica de masas, lo cual no quiere decir que escritores, investigadores o cineastas, sean hipócritas, sino que aún no se dan cuenta que el consumismo no recae en el conformismo, sino en la competencia (y en otros casos, la rebeldía).
Referente a la música, la cosa no cambia mucho, a unos días de que se dé uno de los festivales más importantes del país, hablo del Vive Latino, cuyo cartel y construcción del festival siempre da de qué hablar. Que si cada vez son menos los latinos, que si hay bandas que no lo merecen, que si los precios, que si el consumo, y nada más alejado de ello en la mayoría de los casos. Las plataformas que ofrece hoy en día internet, es tan amplia y global, que es difícil nombrar bandas o proyectos que aludan al consumo, a lo convencional o a lo global, Plataformas como YouTube o Myspace, forman parte de grandes corporaciones, tanto que escuchar una canción pop adolecente en radio Disney es tanto como escuchar una canción de alguna banda experimental en MySpace, pues la casa matriz de MySpace –Fox Interactive Media- es propiedad de New Corporation, la segunda casa más grande de entretenimiento mediático tan sólo por detrás de Disney.
Es así que la falacia del consumo, no recae en el conformismo que muchas veces se dice, sino en la competencia, si todos fuésemos conformistas del capitalismo, ninguno de nosotros buscaríamos la distinción por medio de lo que vestimos, calzamos o escuchamos, así como a los festivales que vamos, pues también escuche que no es lo mismo ir a Vive Latino que a un Corona Capital, donde claramente, la competencia es el motor del consumismo, no la conformidad, y en muchos otros casos, la rebeldía, pero esa es harina de otro texto.
La única forma de reducir el consumo, no es comprando menos, es ganando menos dinero, lo cual no suena tan padre al momento de que se nos explica que mientras no compramos, el dinero no fluirá. Hay organizaciones que proponen el día de no comprar, lo cual no ayuda mucho, pues si ese dinero se ahorra, tarde o temprano se gastara por nosotros o por alguien más, la única manera de no contribuir al consumo, es reducir nuestra contribución a la producción, pero como dice Andrew Potter, el día mundial de NO GANAR DINERO, no suena igual de subversivo.
Así que pensemos dos veces cuando queramos dejar salir un comentario en contra de las grandes marcas, de la llamada cultura de consumo, de los conformistas y hombres y mujeres víctimas por lavados de cerebro por la publicidad y el marketing, y pensar cuántas veces al rebelarnos, estamos siendo el blanco del consumo.