En los últimos días se ha desatado la furia colectiva del internet que poco a poco fue notando campañas publicitarias para una nueva versión de Ben-Hur, que ya contaba con un clásico definitivo de 1959, ese que tu abuelita te sentaba a ver todas las semanas santas con tus tíos. Algo más de cinco horas frente a un televisor viendo 211 minutos de Charlton Heston en estado de gloria y unos 90 más de comerciales.
Los tiempos han cambiado mucho, por lo que estas reversiones poco a poco han ido buscando atraer a los fanáticos del blockbuster de acción. William Wyler tenía una impresionante carrera de cuadrigas, Timur Bekmamentov cuenta con tecnología. En el mejor espíritu deportivo, obviaremos cualquier tipo de comparación con la versión de 1959 (sabemos quién pierde), para enfocarnos en los éxitos y fracasos en solitario de este nuevo Ben-Hur.
Comencemos estableciendo que esta versión tiene la sutileza de un ladrillo a la cabeza. El mensaje se restriega en la cara del espectador incontables ocasiones, tenemos a Jesucristo como todo un personaje con fuerte peso en la trama, y la acción debe parecer en todo momento inmensa y épica, lo que irónicamente termina afectando al producto final.
En el protagónico, como Judah Ben-Hur tenemos a Jack Houston (Kill Your Darlings, Pride and Prejudice and Zombies) que nos ofrece una interpretación con carencias pero sin sobreactuaciones. Sabe el límite de sus capacidades y se desenvuelve correctamente en ellas. Toby Kebbell (Warcraft, Fant4stic) personifica a Messala, rol antagónico, saliendo mejor librado que Houston, aunque sin ofrecer una maravilla de actuación. El resto del cast (incluyendo a Morgan Freeman, Nazanin Boniadi y Rodrigo Santoro) cumple a secas.
El guion se lleva el peor regaño, con líneas forzadas, moralistas e incomprensibles, otorgando exposición descuidada y varias conversaciones risibles. Y pese a todo, en su arco de venganza y perdón logra encontrar un buen sentido del ritmo que no permite al espectador aburrirse al grado de perder todo interés, cosa que sí sucedía, por ejemplo, en Exodus: Gods and Kings (2014).
Con todo, salvo por algunos detalles en el uso de CGI, el aspecto visual logra deslumbrar. Los sets, la fotografía y los apartados técnicos, si bien se mantienen en el terreno seguro de “épica bíblica” logran su cometido sin problema. Lo que sí se echa en menos es una mejor banda sonora, puesto que la compuesta por Marco Beltrami pasa totalmente de noche.
En conjunto, no estamos ante un desastre colosal. Sólo tenemos una nueva versión del material fuente, que si bien innecesaria y demasiado ligera, logra entretener durante poco más de dos horas. Los fanáticos del Hollywood clásico probablemente saldrán muy enojados, pero a las nuevas generaciones les podría llegar a interesar, y por lo menos dejará en ellos un mensaje de perdón y redención. Este Ben-Hur no es épico, pero sabiendo a lo que vas, se deja ver.