Imaginen por un momento que han entrado en un Museo de Historia Natural y se encuentran con animales… ¿O plantas? Pero… ¿Qué no es parte del paisaje? Descubramos en qué consiste el arte surrealista de Ellen June Jewett.
Nota: Para acompañarla presente nota escuche a Erik Satie, con sus trabajos de Gymnopédies y Gnossiennes.
https://www.youtube.com/watch?v=dtLHiou7anE&feature=youtu.be
Las esculturas de Jewett son precisamente una simbiosis de elementos: ninguno puede sobrevivir sin el otro. Tanto las flores, las plantas dependen de la forma animalesca como la figura en cuestión se determina por las raíces.
Se distingue por ser surrealista por decir que ‘No existe’ pero ¿Quién puede negarnos la posibilidad de encontrar tejidos similares, músculos, huesos escondidos en el verdor de una hierba? Es quizá un diferente tipo de ‘realismo metafórico’ el cual nos presenta una forma distinta de entender a la naturaleza.
Cabe destacar la movilidad y dinamismo de las piezas. Al verlas, nos presentan una diferente percepción del arte escultórico: los animales se mueven. Y se desplazan entre sus propias plantas hacia un lugar que desconocemos, pero que nos fascina: la ciudad onírica.
La obra de Ellen June Jewett es única en su tipo, nos presenta una transformación de la materia, una dialéctica natural, una conversación entre los elementos que conforman la Tierra. Un paisaje animal, una planta que ruge, que vuela, que acecha a su presa. Es un combinar efectos tanto visuales como metafóricos y el hacer sentir al espectador como fusión de la misma obra. ¿A quién no se le antoja, al ver estas esculturas, convertirse parcialmente en árbol, en frutos maduros o poseer tejidos floreados? Sin duda, una introspección tanto al alma humana como su permanente metamorfosis.